El junco

Mis puntos de vista

24 mayo 2005

Esperando una desgracia

Los medios de comunicación han hecho bien hoy en recordarnos que los cuatro menores muertos en el accidente de tráfico ocurrido en Sigüenza no llevaban puesto el cinturón de seguridad.
La misma actitud responsable deberían demostrar exigiéndole al Ministerio de Fomento que regule la obligatoriedad de uso de cinturones de seguridad en autobuses escolares y de transporte de pasajeros.
Mientras tanto seguiremos esperando la próxima desgracia para que los medios de comunicación nos insistan de nuevo con una recomendación tan sensata como la de usar el cinturón de seguridad, recomendación que muchos usuarios seguimos a rajatabla pero que nos vemos impotentes para cumplirla cuando subimos a nuestros hijos en un autobús.

Paz por presos

La posibilidad de que el Gobierno abra un diálogo con la banda terrorista ETA –que sepamos, todavía es sólo una posibilidad- cuando ésta abandone las armas, condición sine qua non que quedó establecida en la resolución aprobada tras el debate sobre el estado de la nación con el único rechazo del PP, merece una reflexión serena por parte de todos, partidos políticos, asociaciones de víctimas, medios de comunicación, ciudadanos vascos y españoles en general, y no improperios y descalificaciones de trazo grueso que revelan más irresponsabilidad que cordura.
Si efectivamente se abre este diálogo la opinión de las víctimas debe tener un papel más que relevante, porque han sufrido, sufren y seguirán sufriendo aún muchos años después del fin de ETA el dolor que les han causado los actos bárbaros de éstos.
Pero este dolor no debería convertirse en un obstáculo para la paz si verdaderamente es un escenario real y no sólo conjeturable.
En la resolución del Parlamento ha quedado clara como el agua la determinación de todos de que no se producirán contrapartidas políticas. La actividad política y el diálogo que le es propio queda situada en el Parlamento como lugar donde reside la soberanía del pueblo.
La única contrapartida estaría en una flexibilización de la política penitenciaria. La formula paz por presos es muy matizable, hasta el punto de que los terroristas condenados por delitos de sangre a lo máximo que podrían aspirar sería a cumplir sus condenas en una prisión del País Vasco, como ya han planteado el Sindicato Unificado de la Policía (SUP) y la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGE), los dos cuerpos de seguridad del Estado que reúnen al mayor número de víctimas.
Las víctimas, antes que nada, se merecen justicia y en esa reparación de la justicia no cabe el indulto a quien ha matado o mutilado.
Para los demás presos cabe la posibilidad de, además del acercamiento a las prisiones vascas, una paulatina reducción de condenas o de su grado de cumplimiento si existe una voluntad de reinserción.
El cualquier caso, la consecución de la paz necesita que todos los protagonistas estén a la altura del reto que se plantea, que tengan paciencia ante el tiempo que puede requerir el proceso, comprensión ante los posibles errores, visión panorámica para no excluir a nadie y responsabilidad para no hacer de esta cuestión motivo de enfrentamiento por razones partidistas.

14 mayo 2005

Las víctimas merecen más respeto

La infame intervención de Mariano Rajoy en el debate sobre el estado de la nación acusando al presidente del Gobierno de traicionar a los muertos por actos terroristas es una falta de respecto a las víctimas y a sus familiares, que no merecen que se les siga utilizando para obtener réditos políticos como hace el PP cada vez que le conviene.
Discrepo de quienes afirman que los populares son los principales defensores de las victimas, pues intervenciones como esta del debate del estado de la nación contradicen esa afirmación.
No cabe duda de que la víctimas merecen también que el brazo político de ETA siga siendo ilegal, pero ello debe hacerse de acuerdo con las reglas jurídicas que nos hemos dado y no forzándolas hasta desnaturalizarlas, como pretende el PP del Gobierno instándole a promover la ilegalización de EHAK en contra de una de las más elementales, que es proporcionar pruebas sólidas que avalen una acusación.
La ruptura del consenso en la lucha antiterrorista que ha escenificado Rajoy en el debate deja a los populares en una posición política precaria ante la mayoría de los ciudadanos, que siempre han exigido a la clase política unidad para hacer frente a esta lacra. Si no da los pasos para recomponer esta unidad, muy probablemente Rajoy segirá cuesta abajo su carrera política.

09 mayo 2005

50 millones de muertos

Pertenezco a una generación que no ha vivido la guerra, solo la ha visto por televisión, ha leído a los historiadores y los periódicos, algunos documentales y unas cuantas películas. No por ello deja de estremecerme el balance de la II Guerra Mundial que están reiterando los medios de comunicación europeos con motivo del fin de esta contienda, de esta carnicería. Especial mención me merece el artículo que publica Ignacio Ramonet en la edición española de Le Monde Diplomatique de mayo, que señala que por primera vez en una guerra las víctimas civiles superaron a las militares, ambas más de 50 millones de muertos.
Creo, con Ramonet, que esta guerra fue un punto de inflexión en el espíritu humanista del hombre, aunque no comparto que la reconstrucción de este espíritu humanista a la que dice se encomendaron todos haya dado frutos hasta la fecha; en todo caso serán limitados. La guerra de Vietnam, la de Corea, la guerra fría, las guerras en Oriente Medio, las guerras en Asia, en Africa, en Europa (Chechenia, ex Yugoslavia) nos demuestran cada día que no ha habido reconstrucción del espíritu humano, que sigue demostrando aún hoy lo peor de lo que es capaz.
Donde no es así tenemos la responsabilidad de denunciar la inutilidad de la guerra y defender la paz en cada resquicio como hicieron miles de personas manifestándose antes de la última invasión de Iraq. En ello juegan un papel relevante las actitudes que adopten todos los ciudadanos. Un rechazo generalizado a la guerra como el que se dio en gran parte de Europa entonces, aunque no sirviera para evitar la guerra, refuerza la función de Naciones Unidas, organismo creado tras la IIGM precisamente para evitar las guerras y que merece todo el respeto y todo el apoyo de los países occidentales si es que de verdad no han olvidado la barbarie de hace 60 años de la que ahora recordamos a sus víctimas.