El junco

Mis puntos de vista

09 mayo 2005

50 millones de muertos

Pertenezco a una generación que no ha vivido la guerra, solo la ha visto por televisión, ha leído a los historiadores y los periódicos, algunos documentales y unas cuantas películas. No por ello deja de estremecerme el balance de la II Guerra Mundial que están reiterando los medios de comunicación europeos con motivo del fin de esta contienda, de esta carnicería. Especial mención me merece el artículo que publica Ignacio Ramonet en la edición española de Le Monde Diplomatique de mayo, que señala que por primera vez en una guerra las víctimas civiles superaron a las militares, ambas más de 50 millones de muertos.
Creo, con Ramonet, que esta guerra fue un punto de inflexión en el espíritu humanista del hombre, aunque no comparto que la reconstrucción de este espíritu humanista a la que dice se encomendaron todos haya dado frutos hasta la fecha; en todo caso serán limitados. La guerra de Vietnam, la de Corea, la guerra fría, las guerras en Oriente Medio, las guerras en Asia, en Africa, en Europa (Chechenia, ex Yugoslavia) nos demuestran cada día que no ha habido reconstrucción del espíritu humano, que sigue demostrando aún hoy lo peor de lo que es capaz.
Donde no es así tenemos la responsabilidad de denunciar la inutilidad de la guerra y defender la paz en cada resquicio como hicieron miles de personas manifestándose antes de la última invasión de Iraq. En ello juegan un papel relevante las actitudes que adopten todos los ciudadanos. Un rechazo generalizado a la guerra como el que se dio en gran parte de Europa entonces, aunque no sirviera para evitar la guerra, refuerza la función de Naciones Unidas, organismo creado tras la IIGM precisamente para evitar las guerras y que merece todo el respeto y todo el apoyo de los países occidentales si es que de verdad no han olvidado la barbarie de hace 60 años de la que ahora recordamos a sus víctimas.