Si se espían ellos mismos, ¿qué no harán con los demás?
El presidente de los Estados Unidos, George Bush, admite que ha espiado a sus conciudadanos para defender el país de ataques terroristas. Se vé que no tiene medios para hacerlo de otra manera que saltándose los derechos fundamentales de las personas.
Lo más inquietante es que si se atreve a hacer esto con sus propios conciudadanos, ¿qué no hará con los de los otros países?.Tras la vergonzante gira de Condolezza Rice por Europa tratando de justificar lo injustificable, y la no menos vergonzante respuesta de sus anfitriones europeos, la categoría de sospechoso en el sistema jurídico internacional adquiere de facto la misma consideración que la de acusado en un proceso judicial. Si no hay pruebas, ya se encontrarán con las llamadas técnicas blandas de interrogación que defienden el Gobierno y los ciudadanos estadounidenses.
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